2 feb 2009

Confesión de un bromista


“Borrarse. Sólo en la ausencia de todo signo se posa el dios.”

J. A. Valente.


"Escuchemos la confesión de un compañero de infierno"


Une Saison en Enfer de A. Rimbaud.


Esperé agazapado bajo la sombra púrpura de un verso. Fue en la luminosa infinitud de uno de ellos donde me fueron reveladas aquellas palabras: "Su parpadeo coincide con el sordo bostezo de un abismo”, seguidas de una fecha que marcaba con exactitud la próxima cita. Esperé pues, bajo la sombra púrpura de un verso.

Tragué “un formidable sorbo de veneno”. En el estómago un relámpago negro sacudió mis entrañas; el veneno ardía desde las cimas de mi respirar hasta el eco mortecino de cada latido; sus manos escurrían de mi raíz la luz con la violencia del metal. Y entonces no hubo silencio, ni vacío ni olvido; hubo transparencia, ingravidez y pureza, y mi voz tan cristalina como el agua que mana de las lunas. Todo estaba saliendo según lo esperado.

Una vez allí me serví de mi fantasmal clandestinidad: abría y cerraba los mundos ante su insondable pero atónita mirada; arrastraba ristras de pecados a lo largo de majestuosos pasillos – su sonido entrechocando ensordecía aquella quietud de seda azul; recorté en forma de llama las alas de sus acólitos imberbes; reproduje a miles la imagen de ciertas llaves y las hice llover copiosamente sobre los abismos más oscuros y remotos, sobre los olvidos más oscuros y remotos. Y así una travesura tras otra.

Al séptimo día cesé mi actividad fantasmal. Me entregué a la contemplación: la ternura hecha fruto caía madura a mis pies por entre ramas doradas; a escasos metros, el aire olor a música arqueaba dulces espigas de luz, trazando sus extremos estrellas sobre las aguas encendidas; más allá una manada de sombras abrevaban en la luz... No era más que una plácida espera, pues su ojo al fin se había posado sobre mí.

Me creo en el infierno, luego estoy en él”. Confieso haber anhelado la divinidad, y por ello cumplo eterna condena. Me pregunto si andará por aquí aquel salvaje adolescente de ojos azules, o el extravagante dandy amante de las flores.


Rosebud

4 comentarios:

Ana Gesteira Ponce dijo...

denso...pero estremecedor.

Anónimo dijo...

Xogando a deuses e sendo nada...anguriante relato Rosebud.

Anónimo dijo...

Novamente a excelente prosa poética do sr.Rosebud remove cada fibra sensible do noso ser...onde cada verba é unha estrela que brilla con luz propia no seu maravilloso firmamento...
Unha fonte de pracer innagotable...

Anónimo dijo...

....Mr. Rosebud tal cual fría araña cavernaria teje un relato donde cada palabra tiene mil sentidos y mil trampas...
( Diario Clarín )