Pero a pesar de este diálogo interno en el que intentaba minimizar la situación, algo se estremecía en mi interior.
No obstante, y ajeno a esas ideas que fluían de mi interior, yo continuaba caminando. Caminando y observando cómo el paisaje se iba tornando más y más oscuro, más y más denso. Y el suelo, ese suelo que desconocía, que no reconocía como tal, empezaba a preocuparme y a inquietarme. Un ruido irreconocible, un ruido que por momentos parecía cambiar...